La prevención de las adicciones y otros comportamientos de riesgo empieza en la familia
Cuando llega la adolescencia y todos los cambios que acompañan a este periodo, la juventud se enfrenta nuevos desafíos, entre ellos, el peligro de caer en comportamientos adictivos. Para evitarlo, las relaciones de calidad con los hijos, el haberles educado para comprender el uso social del alcohol o las nuevas tecnologías o el haberles acompañado para construir autoestima y autonomía son claves.
Las familias como agentes de salud ❤️
Las primeras salidas con los amigos/as, primeros cigarrillos, borracheras repetidas, aislamiento social, interés monomaníaco por los videojuegos, redes sociales, el hallazgo de un porro de cannabis en la habitación del adolescente… Son muchos los comportamientos de riesgo y las familias tienen dificultades para afrontar esta etapa. Se sienten impotentes e indefensas.
Las soluciones para ayudar a estos padres y madres son valorar su papel educativo y acompañar para restablecer la comunicación con su hijo o hija adolescente. Sin embargo, la verdadera prevención de los comportamientos de riesgo comienza mucho antes de la adolescencia. Comienza en la familia.
El papel protagonista de la familia
Los padres y las madres desempeñan un papel destacado en la prevención. Se trata de establecer relaciones de calidad con sus hijos e hijas, educar a las reglas, a la responsabilidad y a la autonomía. La familia es el punto de referencia del niño y de la niña. Un buen entorno familiar les permite afirmarse, ganar confianza y adquirir una buena imagen de sí mismo/a.
Transmitir desde la más temprana edad los beneficios del uso controlado y socializado del alcohol o de las nuevas tecnologías, por ejemplo, subrayando los riesgos, fomentando los intercambios sobre estos temas, promoviendo la comunicación, sabiendo reconocer las primeras dificultades y hablando de ellas… Todo ello constituye la mejor manera de hacer prevención.
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